El arzobispo de Damasco describe el apocalipsis sirio y clama a Dios: «¿No te importa que muramos?»
Cuando la tempestad amenazó hundir la barca en la que Jesús y sus discípulos cruzaban el lago Genesaret, ellos le despertaron, alarmados: "Maestro, ¿no te importa que muramos?" (Mc 4, 35-41).