2 de Octubre : Día Internacional de la No Violencia
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Todos nosotros, cuando hablamos de la violencia, nos sentimos conmovidos. La violencia, cualquier tipo, supone una ruptura en las relaciones humanas.
Supone una ruptura en nuestro modo de entender la vida. Todos nosotros, también, queremos que la “no violencia” reine en nuestro mundo, en nuestro país, en nuestro entorno, en nuestras relaciones y en nosotros mismos.
Ya sabemos que este día se celebra en recuerdo del nacimiento de Mahatma Gandhi, referente mundial en la defensa de la vida, de la libertad, de los derechos… desde la postura de la “no violencia”. Sin duda alguna, tenemos un ejemplo a seguir, de quien aprender.
Nos encontramos ante un valor asumido por la humanidad. Un valor asumido por todos aquellos que somos cristianos, puesto que está en plena sintonía con la vida y la predicación de Jesús de Nazaret. Nos unimos a Ghandi cuando dice que “la no violencia es la mayor fuerza a disposición de la humanidad. Es más poderosa que el arma de destrucción más poderosa…”
Como Maristas, como educadores cristianos, estamos llamados a evitar cualquier tipo de violencia. Tenemos una gran responsabilidad en este asunto. Violencia física, psicológica, verbal, sexual, intrafamiliar, de género… Son muchas las formas de violencia que podemos sufrir en nuestras vidas. Son muchos los tipos de violencia a la que se pueden ver sometidos nuestros niños y jóvenes. En nuestras manos está el evitar que se dé dentro de nuestras obras educativas. En nuestras manos tenemos las herramientas para educar, y ofrecérselas a niños y jóvenes para que puedan evitar la violencia en sus vidas y en sus entornos.
Miles de personas pierden su vida, cada año, a causa de la violencia. No es necesario que detallemos los motivos principales, porque sin duda todos los conocemos. Pero la violencia no solo mata, también afecta a la vida diaria de muchas personas, especialmente de aquellas más débiles y desprovistas de protección. Niños, mujeres y ancianos se encuentran entre los más vulnerables. Concienciar y educar, educar y concienciar, esa es nuestra tarea. Más aún, también estamos llamados a ponernos de parte de quienes sufren, y escuchar su llanto.
El XXII Capítulo General nos recordaba la necesidad de ser, como Maristas de Champagnat, “memoria profética de la dignidad y de la igualdad fundamental de todo el pueblo de Dios”. Difícilmente promoveremos la dignidad y la igualdad si no desterramos cualquier tipo de violencia de nuestras sociedades, de nuestros entornos cercanos. Por ello, nos recuerda también el último Capítulo General, nos “comprometemos firmemente en la promoción y defensa de los derechos de los niños”.
Estamos llamados, siempre lo hemos estado, a que nuestras obras educativas, nuestras familias y comunidades, sean espacios de “no-violencia”. Estamos llamados a “ser agentes de cambio, constructores de puentes, mensajeros de paz, comprometidos en la transformación de la vida de los jóvenes…”. Como Maristas de Champagnat ahí encontramos nuestro desafío personal, comunitario e institucional.
Hno. Ángel Diego – Director del Secretariado de Solidaridad
Fotografía : No violencia (o El arma anudada), escultura del artista sueco Karl Fredrik Reutersward, se encuentra en la entrada de la Sede de la ONU en Nueva York.
FOTO : ONU/Fan Xiao
Fuente : www.champagnat.org