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2 de Enero de 1817 : a 199 años de la Fundación del Instituto Marista

Congregación
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Marcelino, cuando ve a niños y jóvenes sin educación ni catecismo, exclama: “Necesitamos hermanos”. El 2 de enero de 1817 inicia con dos jóvenes el proyecto del Instituto de los Hermanitos de María.

 

Por qué fundó el Instituto

 

Elevado al sacerdocio en 1816, fui enviado a un municipio del cantón de St. Chamond (Loire). Lo que vi con mis propios ojos  en este nuevo puesto, referente a la educación de los jóvenes, me recordó las dificultades que yo mismo había experimentado a su edad, por falta de maestro. (A la Reina María Amelia, Carta 59)

 

Una educación cristiana y religiosa es el medio más rápido y eficaz para procurar buenos sujetos a la sociedad y fervorosos cristianos a la religión... Desgraciadamente falta este medio a la mayoría de los ayuntamientos rurales: la insuficiencia de los recursos municipales, la penuria de los habitantes no les permiten confiar la educación de los jóvenes a los Hermanos de las Escuelas Cristianas, cuyo mérito y capacidad son conocidos de todos. De ahí la triste necesidad o de dejar a los niños abandonados en la ignorancia más completa o, lo que sería todavía peor, entregarlos a instructores mercenarios, muy poco capaces de formarlos en las virtudes que les son necesarias. Movidos por estas consideraciones, personas piadosas han formado en la Diócesis de Lyon una nueva congregación, conocida con el nombre de Congregación de los Hermanitos de María. (A Luis Felipe, Rey de Francia, Carta 34)

 

¿Por qué hermanos?

 

Nacido en el cantón de St. Genest-Malifaux (Loire) sentí por los trabajos infinitos que yo había experimentado para aprender a leer y escribir la urgente necesidad de crear una sociedad que pudiese con poco gasto procurar en el campo la buena enseñanza que los Hermanos de las Escuelas Cristianas dan en las ciudades. (Carta 159, Ministro Ins. Pub., 1837)

 

La Sociedad de María

 

Por entonces (1812 - 1815) se pusieron los cimientos de la Sociedad de los maristas. Unos cuantos seminaristas, al frente de los cuales se encontraban los señores Colin y Champagnat, se reunían regularmente para animarse en la piedad y en la prática de las virtudes sacerdotales. El celo por la salvación de las almas y los medios para conseguirla eran el tema habitual de sus conversaciones. Del mutuo intercambio de sus sentimientos y proyectos sobre los medios más idóneos para alcanzar ese objetivo surgió la idea de fundar una Sociedad de sacerdotes. . .

 

La especial devoción que este grupo selecto profesaba a la Santísima Virgen les inspiró la idea de poner la nueva Sociedad bajo el patrocinio de la Madre de Dios y darle el nombre de María. . . En una de esas reuniones determinaron que irían todos juntos en peregrinación a Fourvière para poner su proyecto a los pies de María. . .

 

Pero en el proyecto de la nueva Sociedad nadie había pensado en Hermanos educadores. Sólo el señor Champagnat tuvo la idea de su creación y sólo él la llevó a cabo. Decía con frecuencia a sus compañeros: Necesitamos Hermanos. Necesitamos hermanos para impartir catequesis, ayudar a los misioneros y dar clase a los niños. (Vida, III, pp. 28-30)

 

La experiencia Montagne

 

Un día lo llamaron para confesar a un niño enfermo y, según su costumbre, se puso inmediatamente en camino. Antes de confesar al muchacho., le hizo algunas preguntas para saber si tenía las disposiciones necesarias para recibir los sacramentos.

 

¡Cuál no fue su sorpresa al comprobar que ignoraba los principales misterios y que ni siquiera tenia noción de la existencia de Dios! Profundamente afligido al encontrar a un niño de doce años en tan absoluta ignorancia, y asustado al verlo morir en esta situación, se sentó a su lado para enseñarle las verdades y los misterios fundamentales de la salvación. Dos horas empleó en instruirlo y sólo con gran esfuerzo consiguió enseñarle lo indispensable, pues el niño estaba tan enfermo que apenas comprendió lo que le estaba diciendo.

 

Después de confesarlo y haberle sugerido actos de amor de Dios y contrición para disponerlo a bien morir, lo dejó para atender a otro enfermo que se hallaba en la casa vecina. Al salir, quiso saber cómo se encontraba el muchacho. "Falleció poco después de dejarlo usted." dijeron sus padres sollozando. Un sentimiento de alegría por haber llegado tan oportunamente se mezcló en su alma con otro de temor al comprobar el peligro que había corrido el pobre chico. . .

 

Regresó embebido en estos pensamientos y repitiendo en su interior: " ¡Cuántos niños se encontrarán a diario en la misma situación y correrán los mismos riesgos por no tener a nadie que les enseñe las verdades de la fe!" Y la idea de fundar una Sociedad de hermanos, dedicados a impedir este peligro por medio de la educación cristiana, se hizo en él tan obsesiva que fue a buscar a Juan María Granjon y le expuso sus planes. (Vida, VI, pp. 60-61)

 

Formó a los primeros Hermanos jóvenes en La Valla

 

El señor Champagnat… esperaba ansiosamente el momento en que los hermanos pudieran encargarse de la clase. Pero al verlos sin suficiente preparación, se decidió a llamar a un maestro. Con ello pretendía un doble objetivo: a su juicio, se necesitaba un maestro ante todo para dar la instrucción primaria a los niños de la parroquia; pero también para perfeccionar a los hermanos en sus conocimientos e iniciarlos en el método de enseñanza…

 

El maestro vivía en comunidad con los Hermanos. Puso escuela en la misma casita, que pronto se llenó de niños. Los hermanos lo ayudaban en las clases, lo veían actuar, lo iban imitando y captaban su metodología. Además, entre clase y clase, recibían lecciones particulares sobre distintos aspectos de la enseñanza. (Vida, VII, pp. 73-74)

 

Fuente : http://www.champagnat.org/000.php?p=166

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