Mortalidad infantil y aborto : Cada uno de los millones de abortos tiene su propia historia

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Diversas estadísticas hablan de los millones de niños que mueren en los primeros cinco años de vida, muchos de ellos en zonas donde hay desnutrición, falta de higiene,

problemas con el agua, incluso situaciones de guerra.

Esas estadísticas pueden limitarse a presentar los hechos. Pero en la mente y el corazón de la gente suscitarán seguramente un deseo por ayudar de modos concretos y efectivos para que la mayoría de esas muertes infantiles sean evitadas.

Pero esas estadísticas se hacen mucho más dramáticas cuando se juntan con otras estadísticas de mortalidad, esta vez no referidas a niños ya nacidos, sino a hijos por nacer.

Millones y millones de embriones y de fetos son eliminados, de formas diversas, a través de la así llamada “interrupción del embarazo”, una fórmula con la que se busca dulcificar lo que ocurre: la supresión voluntaria de la vida de un hijo antes de su nacimiento.

Cada uno de esos millones de abortos tiene su propia historia. Muchos de ellos serían evitables, como son evitables tantas muertes de niños antes de los cinco años, con asistencia social, con educación, con un acompañamiento respetuoso y eficaz a madres en dificultad, con la defensa de la familia como institución de acogida de la vida.

El mundo moderno, que puede presumir de grandes conquistas tecnológicas y de un acceso al bienestar para millones de personas nunca imaginado antes, no puede quedar indiferente ante la muerte evitable de tantos niños pequeños y de tantos hijos antes de nacer.

Para ello, resulta imprescindible conocer la realidad. Con ella se comprenden mejor esas situaciones de injusticia que provocan muertes en los seres más indefensos de la familia humana.

Desde ese conocimiento, será posible buscar medios concretos, basados en el amor a la justicia, para que todo hijo, antes o después del parto, encuentre las ayudas necesarias para un desarrollo saludable desde la acogida en el mundo de los adultos.

 

Autor : P. Fernando Pascual, LC

Fuente: Catholic.net