Falleció el exalumno Bernardo Enrique Riveros Mardones ( q.e.p.d.)

A Casa del Padre
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Comunicamos el sensible fallecimiento de nuestro compañero exalumno BERNARDO ENRIQUE RIVEROS MARDONES (q.e.p.d.), acaecido al atardecer del pasado día miércoles 26 de mayo de 2021, a los 73 años de edad.

Había egresado de nuestro Colegio, el año 1964. Bernardo era hermano de los exalumnos Adolfo y Augusto Riveros Mardones.

 

 

LA PASCUA DE UN MARISTA, AMIGO Y COMPAÑERO

 

 

Dr. Bernardo Enrique Riveros Mardones

 

Ciudadano Distinguido de la Ciudad de Los Andes, año 2017

 

(Los Andes, 19 de diciembre de 1947 – Santiago, 26 de mayo de 2021).

 

 

 

 

Desde el primer momento cuando se conocieron las noticias del ingreso de nuestro amigo Bernardo Riveros, a la Clínica de San Carlos de Apoquindo, el presidente del Centro Raúl Cacciuttolo Sarrahil, una vez enterado de la preocupante noticia, coordinó con los diferentes directores y exalumnos la forma en que se difundieran las noticias de su estado de salud. De esta forma, cada vez que nos enterábamos de la evolución de la saluda de Quique, las novedades se difundían a través de las redes sociales. Se hicieron muchas cadenas de oración entre los exalumnos y sus relaciones, para pedir por la recuperación del enfermo. Desgraciadamente, la enfermedad fue incrementando su gravedad lo que culminó el día 26 de mayo, con el sensible fallecimiento de nuestro condiscípulo y amigo.

 

Su cuñado, nuestro hermano exalumno Luis Luraschi Gioia, nos envía esta información biográfica de Bernardo:

 

“Bernardo Enrique Riveros Mardones nació el 19 de diciembre de 1947, en Los Andes, donde vivió toda su niñez. Fue el menor de tres hermanos, junto a Adolfo y Augusto. Sus padres fueron doña Hilda Mardones Arís y don Benjamín Augusto Riveros.

Desde pequeño se destacó como un buen lector. Estudió en el Instituto Chacabuco de los Hermanos Maristas, donde siempre se destacó como excelente estudiante, egresando de sexto Año de Humanidades a los 16 años de edad, logrando Puntaje Nacional en el antiguo Bachillerato.

Luego, se trasladó a Santiago para ingresar a la Escuela de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Para ello, se fue a vivir al Pensionado Universitario de esa casa de estudios. Al igual que en el Colegio, por su empatía y característica personalidad, forjó grandes amistades que duraron toda su vida. Con gran éxito, cursó sus estudios de Medicina obteniendo su título profesional en 1972. A continuación, obtuvo su Especialidad de Broncopulmonar y, luego, realizó otra Especialidad en Cardiología

En su juventud practicó básquetbol y por mucho tiempo tenis, donde participó como integrante de la Directiva del Club de Tenis de Los Andes.

Contrajo nupcias con mi hermana Marta Luraschi Gioia en el año 1972, el mismo año en que se recibió de Médico. Trabajó e hizo su especialidad de Cardiología en el que fuera su amado Hospital Militar de Santiago.

Al año siguiente, en 1973, se trasladaron a vivir a Santiago al nacer su primera hija, pero nunca dejó de trabajar en su querida ciudad de Los Andes. Junto a Marty tuvieron cuatro hijos: Silvana, Pablo, Macarena y Daniela.

Era amante de los animales, especialmente de los perritos. También participó como socio en el Centro Español y en el año 2017 fue nominado Ciudadano Destacado por el Honorable Concejo Municipal.

Todos los días subía al Cerro de la Virgen del Valle con botellas de agua para los árboles y bajaba de regreso con la basura que encontraba.

Como médico se tomaba el tiempo para conversar con sus pacientes y se dedicó especialmente con los de avanzada edad, a quienes quería mucho y atendía a los ancianos internos en el Hogar de Cristo.

Desde la muerte de sus padres, a los cuales cuidó con amor hasta sus últimos días, visitó siempre en el Cementerio a sus seres queridos, y desde que falleció su amada hija Daniela, la menor de sus hijos, ningún día dejó de visitarla en su última morada.

Siempre fue muy trabajador, haciendo turnos en el Hospital, llegando tarde a su hogar, pero siempre tuvo tiempo para contarnos historias, hacernos bromas, era muy cariñoso con todos. Íbamos al cine, a los paseos, al Club Médico, y a los sobrinos también les dedicaba parte de su tiempo.

Desde la trágica muerte de Daniela, se preocuparon junto a Marty, de apadrinar el Jardín Infantil “Los Portalitos de Daniela”. Así ayudaron a muchos niños tal como quería hacerlo mi hermana y, estamos seguros, que con ese mismo espíritu, ayudó a muchos otros pequeños, porque él también vivió momentos difíciles en su infancia, y trabajó muy duro para que nosotros no pasáramos por lo mismo, por lo que jamás olvidó de dónde venía.

Amaba la Medicina, con todo su ser, y si no hubiera sido por la pandemia que estamos viviendo, estamos seguros que hubiera seguido atendiendo pacientes. Esa fue su otra gran familia, compañeros médicos y enfermeras y todo el personal que trabajó en estos más o menos 50 años junto a él”.

Pablo, Macarena, Silvana, su esposa Marty y sus seis nietos : Benjamín, Matías, Felipe, Augusto, Simón y Antonia. Además de sus hermanos, sus cuñados, primos y sobrinos y tantos, tantos amigos andinos que ya lo estamos extrañando.

 

 

 

  La Familia Riveros - Luraschi en pleno, en un hermoso momento familiar..

Quique aparece de pie, tercero desde la izquierda

 

 

Nuestro querido amigo Luis Luraschi Gioa, Chicho, cuñado de Bernardo, nos compartía la siguiente conmovedora nota, al momento de que la familia depositaba los restos de Quique, en el templo parroquial:

 

“Acabamos dejar a Quique en la Iglesia de la Asunción. ¡Algo que nunca ni siquiera pensé! Una persona que fue única, cuñado, compadre, doctor, amigo, las tenía todas, siempre sonriente, nunca un problema para ayudar a quien fuera, a la hora que fuera, donde fuera. Una persona de bajo perfil. Un profesional cien por ciento. ¡Qué tremenda pérdida para Marty, sus hijos, nuestra familia, sus niños del Jardín de Daniela y profesoras y profesores, sus amigos del Cerro. En fin, una interminable cantidad  de personas que convivía a diario. ¡Quique, a todos nos vas a hacer mucha falta!”

 

Luego de una misa celebrada, el día viernes 28 de mayo, en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción por el párroco presbítero Omar Orellana, se inició el cortejo fúnebre camino al Cementero Parroquial de Los Andes. A la salida del templo, gran cantidad de público -entre ellos muchos ex pacientes de Bernardo-, aplaudían en su homenaje como tributo de admiración, pena y gratitud por su temprana partida. Al girar el cortejo por avenida Argentina hacia el poniente, gran cantidad de funcionarios del Hospital San Juan de Dios y público en general, lo vitoreaban y aplaudían el paso de la carroza fúnebre que transportaba su cuerpo. Las rejas del establecimiento hospitalario, estaban adornadas con globos blancos en su honor. Más adelante, grupos de personas estallaban en aplausos al pasar el cortejo fúnebre hasta doblar por avenida Cementerio.

 

En el Cementerio Parroquial, fuera del mausoleo familiar, su hijo Pablo, luego de hacer una breve reseña familiar de su padre, agradeció a nombre de la familia las manifestaciones de pesar y solidaridad recibidas de parte de tantas personas e instituciones.

 

Luego, algunas personas hicieron uso de la palabra para destacar las características y virtudes de nuestro amigo Bernardo.

 

A nombre del Centro de Exalumnos del Instituto Chacabuco Colegio Marista de Los Andes, tomó la palabra el exalumno René E. León Gallardo quien se expresó en los siguientes términos, a la familia y al público concurrente:

 

 

“ ¡ ADIÓS A NUESTRO AMIGO QUIQUE ! "

 

Muy queridas familias Riveros Luraschi, Riveros Mardones, Riveros Ramírez, familiares, amigas y amigos todos:

 

Marty, Silvana, Pablo y Maca: A nombre de los Exalumnos Maristas del Instituto Chacabuco de Los Andes, debo expresarles que compartimos su dolor, con la mayor sinceridad, por todo lo que Bernardo, su esposo, padre, abuelo y hermano, desplegó desde su calidad de ser humano y médico, entre tantos de nosotros.

 

Un amigo, es ese pariente más querido que uno elije. No es sólo ese familiar que nos toca recibir, quien quiera que sea. La partida de un amigo, sobre todo cuando reúne las cualidades de Quique, es un desgarro del alma cuyas huellas perduran en nuestro recuerdo.

 

Cortez, refiriéndose a este asunto, dice en sus versos:

 

Cuando un amigo se va

Queda un espacio vacío

Que no lo puede llenar

La llegada de otro amigo

 

Cuando un amigo se va

Queda un tizón encendido

Que no se puede apagar

Ni con las aguas de un río

 

Hoy, nos enfrentamos a la despedida que, no esperábamos para tan pronto, de una persona, especial y tan rica, en características valiosas que adornaban su personalidad superior. Todos, al charlar comentando de nuestra experiencia a lo largo del contacto que cada uno tuvo con él, hemos coincidido en que era intrínsecamente bueno, generoso, humilde, sencillo y poco amigo de hablar de sí. Ponía en práctica, a diario las frases evangélicas de:

 

Pero tú, cuando des limosna,

que no sepa tu mano izquierda

lo que hace tu derecha,

 

Cuando tú ayudes a los necesitados,

no se lo cuentes ni siquiera a tu amigo más íntimo;

 

Así, nuestro amigo apadrinó el “Jardín los Portalitos de Daniela”, en memoria de su querida hija, trágicamente fallecida en la flor de su juventud. Por otra parte, preocupado por los ancianos, estuvo detrás de la creación de la “Casa de Reposo Estela Béjares”, en recuerdo de su inolvidable abuela paterna. Fue médico del Hogar de Cristo, por muchos años.

 

Aunque Bernardo estaba un curso más adelante que quien les habla, recuerdo cómo le admirábamos por su rendimiento en el Instituto Chacabuco y por su trato amable y bondadoso. En las premiaciones anuales, siempre bajaba del proscenio del Teatro Andes, cargado de medallas y diplomas.

 

En una ocasión, me relató que quien había sido gran mentor de su vocación de médico, era el Hermano Víctor González Morán. Pocos años atrás, pude invitar a este último a mi casa, ya que había dejado la Congregación en 1977, se había casado y vivía, alternadamente, entre San José de Maipo y España. Alrededor de un rico asado y amena charla, se reunió un grupo de alumnos del curso de Quique con su querido profesor jefe.

 

Con motivo del Centenario de la fundación del Instituto Chacabuco, la Congregación me autorizó a escribir la Historia del colegio y me envió en viaje de investigación histórica a España, Francia, Suiza e Italia. Al conocer Quique, de este periplo, me llamó para preguntarme si me podía acompañar. No pudo haber proposición más oportuna y feliz. ¡Hacer un viaje en solitario, es demasiado aburrido! Nuestro común amigo Paco Medina, facilitó nuestra tarea coordinando con su familia de España para que otorgaran hospitalidad y apoyo. Nos brindaron eso y mucho más. Emprendimos nuestro viaje a fines de septiembre de 2010. En la Madre Patria, visitamos Madrid, Simancas, Valladolid, Burgos, Palencia, Carrión de los Condes, Valencia y Barcelona.

 

 

En Francia, estuvimos en Lyon, Saint Chamond -al suroeste de Lyon- y los lugares maristas en que se originó la Congregación de los Hermanos Maristas. Al visitar Le Rosey, la pequeña aldea en que nació San Marcelino Champagnat, nos encontramos con dos hermanos maristas de Chile. Ese día de octubre, era el cumpleaños de Daniela. Se celebró una misa en que el celebrante, un joven sacerdote brasileño, la recordó, posiblemente a solicitud de Bernardo. Nos habíamos reunido alrededor del altar, tomados de las manos, orando por ella, para recibir la comunión. La escena era emocionante y no pudimos contener las lágrimas.

 

Hubo otras visitas de orden histórico-artístico en Lyon y otros lugares maristas cuya descripción sería muy extensa.

 

Posteriormente, nos trasladamos a Suiza donde nos reunimos con un conocido común: Víctor Herrera Santelices, residente en Ginebra. Él nos condujo a la pequeña localidad de Orsières y a la aldea de Issert, en Entremont, en el cantón de Valais, en medio de los Alpes, donde había nacido el marista que fundó el colegio de Los Andes. Luego, fuimos al paso del Gran San Bernardo.

 

Por razones de trabajo, visitamos el Instituto Suizo para la Investigación de la Nieve y las Avalanchas, en Davos. Fuimos atendidos con exquisita amabilidad y hospitalidad.

 

Desde Zürich, Suiza, viajamos por tren hasta Roma. Nos alojamos en el antiguo Noviciado Marista, junto a la Casa Generalizia de los Maristas. Este era el lugar donde yo debía hacer mi principal trabajo de investigación.

 

Bernardo, antiguo conocedor de la Ciudad Eterna, me condujo por varios días, a todos los lugares de interés que conocí con gran detalle y bajo su descripción experta.

 

Por iniciativa suya, quisimos visitar Ancona, de donde era originaria la familia de su querida suegra, de quien se expresaba con gran cariño. Sin embargo, por razones que no recuerdo, no pudimos viajar a esa ciudad.

 

Faltando cuatro días para nuestro regreso a Chile y, estando en la Plaza España, sufrí el robo de una gran cantidad de dinero. Bernardo, al verme tan afectado, me entregó 1.000 euros, diciéndome: “René, es sólo dinero. Toma, estos billetes. Son mil euros. Págamelos cuando quieras y, si no puedes, no me los pagues”. Así, era de generoso nuestro gran amigo.

 

Los días de Roma y Florencia, fueron de gran cultura, historia y, sobre todo, una gran espiritualidad en los lugares sacros.

 

 

 

Ya pronto a regresar a Chile, en el Aeropuerto Leonardo Da Vinci, en Octubre de 2010, después de su periplo Marista

 

 

Mi relato, podría durar horas. La experiencia de amistad con una persona sublime como Bernardo, fue insuperable. Sus recuerdos hacia su querida familia, hacia nuestro Chile, eran constantes y demostraban gran cariño hacia los suyos y al terruño.

 

Este es un día difícil. De la alegría de festejar su Pascua, experimentamos la triste despedida de un amigo muy querido que dejó honda huella de afecto franco, leal y generoso en vasto número de amigos. En este mediodía otoñal y frío, lo hacemos tanto, a nombre de los Exalumnos Maristas de Los Andes, como a nombre propio.

 

Bernardo era muy devoto de la Virgen. Realizó miles de ascensos para orar a los pies de la imagen de la Virgen del Valle. Lo hacía a diario, acompañado de Paco Medina y, luego, de Rogelio. Como aquel, su hispánico compañero, Bernardo, llamaba a la Virgen: “La Buenamoza”.

 

La inmortal Gabriela Mistral en parte de su poema A la Virgen de la Colina, compuesto cuando estaba en esta ciudad, decía:

 

A beber la luz en la colina,

te pusieron por lirio abierto,

y te cae una mano fina

hacia el álamo de mi huerto.

 

Y he venido a vivir mis días

aquí, bajo de tus pies blancos.

A mi puerta desnuda y fría

echa sombra tu mismo manto.

 

Por las noches lava el rocío

tus mejillas como una flor.

¡Si una noche este pecho mío

me quisiera lavar tu amor!

 

Por eso, nuestro amigo, caminaba todos los días a prestar su homenaje a la Nuestra Buena Madre, de todos los andinos y de nosotros, los Maristas.

 

Tal vez, como expresaba la gran poetisa, Bernardo, coincidiría pidiendo cada día al Altísimo, en los términos contenidos en el Himno Cotidiano:

 

En este nuevo día

que me concedes, ¡Oh, Señor!

Dame mi parte de alegría

y haz que consiga ser mejor.

 

Hoy, nuestro amigo, está en los brazos del Señor, de Nuestra Buena Madre María y San Marcelino. ¡El cielo ha ganado a un hombre bueno al que ha entrado por la puerta ancha! ¡Hemos derramado muchas y viriles lágrimas ante tu partida! Ora, amigo, por todos nosotros. Sólo nos has precedido en cruzar el umbral de la eternidad”.

 

Se vivió un momento especialmente emotivo e impactante cuando su nieto Benjamín Reyes, tomó la palabra para expresar, en emocionadas palabras su dolor y la relación que tenía con su querido abuelo.

 

 

Nuestro amigo Bernardo en un almuerzo familiar y con sus compañeros en su juventud

 

 

El Dr. Ricardo Valenzuela, a nombre del Centro Médico Las Rosas, despidió a nuestro común amigo, con hermosas palabras en que hizo una descripción del profesionalismo y de ser humano que, Bernardo aplicaba en su relación con los pacientes a quienes dedicaba todo el tiempo a escucharlos y a atenderlos con atención y amabilidad.

 

Doña Inés Sánchez, educadora de párvulos y directora del Jardín Infantil Los Portalitos de Daniela, hizo uso de la palabra destacando el apadrinamiento que Bernardo hacía con el Jardín de su dirección.

 

 

Nuestro condiscípulo Hugo Herrera Mena, conmovido por las palabras vertidas, expresó: ¡Cuando se escribe con el corazón es notable como el Espíritu Santo ilumina para honor y gloria a Dios en uno de sus hijos tan queridos como Bernardo!

 

Nuestro compañero exalumno y profesor del Instituto, René Ortega González, expresaba en relación al homenaje de despedida que a nombre de los exalumnos se había rendido en el Cementerio, decía: “Más allá de la tristeza por el gran y verdadero amigo que ha partido, la que usted ha escrito, es la más hermosa composición hacia un muy  Buen Hombre que bien la merece... Más que felicitarle por sus palabras hacia Dn. Bernardo Riveros hay que destacar y agradecer a nuestro Buen Dios por su gesto y su don para expresarle a ese Buen Hombre y Amigo, que hoy está en los cielos, lo muchísimo que fue querido y amado por todos sus cercanos y los lejanos, que también no hay duda, le apreciamos y hoy recordamos... Bernardo Riveros fue el médico que fue a ver a mi querida Madre y Abuela una vez que falleció... a petición de Hernán, obviamente... Pero fue el médico que constató la muerte de mi Abuela Elba... Por ello le estaré siempre muy agradecido ya que fueron momentos difíciles”.

 

Ricardo Pizarro, expresaba su sentir, diciendo: ¡Con pena vimos la misa de nuestro querido amigo y exalumno Bernardo que Dios le ha abierto las puertas del cielo y está unido a sus familiares que partieron antes. Nos ha dejado una gran persona, un gran médico y un mejor andino!

 

El exalumno José Miguel Cacciuttolo, nos comentaba en redes sociales: “Durante estas pocas horas desde su deceso no han dejado de venir a mi mente solo buenos recuerdos, desde cuando en muchas oportunidades de niño jugando en su casa de Avda. Argentina, con motivo de acompañar a nuestro padre a donde su compadre don Augusto. Tantas y recordadas jornadas en el Club de Tenis Centenario en donde Cachupín, apodo que le teníamos con cariño con nuestros amigos Antonio y Ruperto Olivares, hacía de las suyas en unos entretenidos dobles.

 

Les confidencio también que en una oportunidad, esperando al kinesiólogo en el centro médico nos encontramos en el pasillo y me hace pasar a su consulta, me quita las llaves del auto, llama a mi casa para que fueran por mí y me manda en ambulancia al Hospital, cuento corto: Ulcera perforada que me tuvo fuera de pista por un tiempo. De no haberme encontrado con el y su tremendo ojo clínico no estaría contando el cuento. Sin duda, su humildad, bajo perfil, capacidad profesional y tantas otras innumerables virtudes dejarán en nuestras vidas recuerdos indelebles por siempre.

 

Solo nos queda mantener ese recuerdo en nuestras oraciones pidiendo a Dios una cristiana resignación”.

 

Los Hermanos de la comunidad andina oraban permanente por la salud de Bernardo uniéndose a nuestras preces.

 

El Hermano Hernán Cabrera, Asesor de Los Centros de Exalumnos Maristas, manifestaba su pesar, diciendo:

 

“¡Qué doloroso, tenía la esperanza de visitarlo con mi hermano Samuel si presentaba mejoría. Me sumo a todos los comentarios de los distintos exalumnos que con tanto dolor y verdad se han expresado de Bernardo. Un Don de Dios entre tantos y nosotros y un Don en el cielo para todos. La Eucaristía de mañana temprano será por su eterno descanso y pidiendo consuelo y fortaleza para su querida familia.... Querido Bernardo, descansa en paz”. “Qué doloroso esto, pero nos queda agradecer su vida como un Don, el amor a su profesión, a su familia y el bien inmenso que hizo a tantos y su devoción mariana. Su muerte nos llame a renovar nuestra vida en el amor, la fidelidad y el bien. Descanse en paz, querido Bernardo”.

 

Nuestro amigo y compañero Manuel Casanova, decía: “Triste noticia se fue un gran hombre. El buen Padre requería de un ángel. Que su familia pueda, con la ayuda del buen Padre superar este tremendo dolor”.

 

René León, exalumno y amigo de Bernardo, manifestaba: “Hemos perdido a un tremendo y gran amigo pero, hemos ganado a un hombre realmente bueno, marista y mariano, en el cielo. ¡Bernardo, intercede por nosotros! quisiera que ustedes, amigos y hermanos, hubieran compartido nuestro peregrinar en busca de los orígenes maristas de Chile. Ese hermoso y espiritual caminar por los lugares donde nació, vivió nuestro padre fundador. Estuvimos en Fourvière donde asistimos a varias misas. En Roma, visitamos los templos emblemáticos del catolicismo todo en medio de un sincero recogimiento y espiritualidad. Hace unos 10 o 12 días atrás, estuve conversando con él, en su casa. charlamos casi dos horas. Recordamos entre otros ese peregrinar marista que nos hizo empaparnos aún más del carisma de Champagnat. Haber recorrido las tierras de Castilla, como Burgos, Carrión de los Condes, Villasabariego de Ucieza; Valencia, Madrid, Barcelona y otros siguiendo los trazos y evidencias de nuestra historia marista local. ¡Cómo echaré de menos a una persona y hombre tan excepcional!”

 

El destacado compañero y exalumno Patricio Carvajal Carrasco, se expresaba en los siguientes términos: “Lamento profundamente la partida de este gran exalumno y compañero de curso, que Dios lo reciba en su santo Reino y que nuestra Madre Santísima esté junto a su familia. Quique, gracias por tu  aporte  a Los Andes y a mí”.

 

Antonio Olivares, amigo y compañero de curso, manifestaba: “Es muy triste la partida de un amigo y compañero de curso. Dios lo ha llamado y descansa en paz. Ojalá su familia pueda superar este triste momento con la ayuda de Dios y la Virgen”.

 

Helios Santibáñez, destacado exalumno, elevaba una oración por nuestro amigo Bernardo, diciendo: “Padre santo, Dios eterno y Todopoderoso, te pedimos por Bernardo, que llamaste de este mundo. Dale la felicidad, la luz y la paz. Que él, habiendo pasado por la muerte, participe con los santos de la luz eterna, como le prometiste a Abraham y a su descendencia. Que su alma no sufra más, y te dignes resucitarlo con los santos el día de la resurrección y la recompensa. Perdónale sus pecados para que alcance junto a Ti la vida inmortal en el reino eterno. Por Jesucristo, Tu Hijo, en la unidad del Espíritu Santo. Amén”.

 

César González Araya, compañero de curso y amigo de Bernardo, decía en breves pero elocuentes palabras: ¡Gracias Kike por tu vida al servicio de los más necesitados. Ejemplo marista!

 

Nuestro amigo y compañero exalumno Manuel Rivera Martínez, Alcalde de Los Andes, en una de sus expresiones, decía: “¡Demasiado triste! ¡Mi único consuelo es que está junto a su hija! Sufrió mucho con eso. ¡Es una gran pérdida para la ciudad!”

 

Max Carreño, amigo y exalumno del Instituto, manifestaba su dolor, en los términos siguientes: “Hoy estoy con mucha pena y dolor, se ha ido un Gran Amigo, mi Querido Doctor, Bernardo Riveros, el Kike, pero igual estoy contento por ti, ya que ahora estás al lado de tu Hija y de tu gran amigo el Paco. Que lamentable, nuestra querida ciudad de Los Andes ha perdido al mejor Doctor que pudo tener, un gran ser humano de excelentes valores morales, un gran Marista de corazón, una persona ejemplar, siempre estuviste al servicio de los más necesitados, fuiste un Doctor de verdad, un cumplidor al 100% del juramento hipocrático, muchas Gracias Kike por haber compartido conmigo, ser mi Médico de cabecera y de haber tenido la suerte de conocerte. Ahora estás al lado de Dios y de la Virgen María, estás en el Santo Reino. Chao, Querido Amigo, descansa en paz y algún día nos volveremos a ver”.

 

El presidente de la Junta de Vecinos de los Jardines Familiares, nuestro condiscípulo Iván Contreras, expresaba:

“Como directiva de la Junta de Vecinos Jardines Familiares y como dirigente quiero expresar el pesar de toda nuestra comunidad, por la partida de un extraordinario profesional y de una excelente  persona, doctor Bernardo Riveros M. Nuestra población se adhiere al dolor de su familia y los acompañamos en este viaje hacia la morada del Padre, que sabemos la buena madre Maria y San Marcelino lo recibirán con alegría, para gozar de la vida eterna por su obra que él desarrolló en su vida terrenal junto a su familia y amigos, Bernardo Rivera M. Q.E.P.D.”

 

Jorge Olivares, presidente del Centro de Exalumnos del colegio Santa María de Limache, decía: “Que pena amigos andinos. ¡¡Por sus obras los conoceréis!! Sin duda una gran persona y exalumno marista!”

 

Por su parte, Eduardo Rubio, presidente del Centro de Exalumnos Maristas del Instituto Alonso de Ercilla, expresaba: “Nada que decir, nos queda la pena a los que no los pudimos conocer, con la promesa que a través de estos relatos nos acerquemos un poco más a su figura y orar para que sus amigos y su familia encuentren el consuelo que tarda en llegar. Mis más sinceras condolencias a nombre de todo el Centro del IAE. Gente como ésta es la que nos inspira a que si se puede”.

 

Nuestro condiscípulo René Ortega, se expresaba en lo siguientes términos: “Queda en nuestra memoria su trato atento, cordial y amable. La dedicación, la Vocación y el gran profesionalismo en su trabajo. Pero por sobre todo el buen ánimo, el espíritu  siempre positivo y la voluntad del Buen Hombre, creyente en Dios y en nuestra Buena Madre... Un gran Ser Humano Dn. Bernardo Riveros... Nuestro Buen Dios ya lo tiene en su Santo Reino!”

 

Antonio Otárola, compañero de curso y banco de Bernardo, exalumno de nuestro colegio y que bien le conocía, manifestaba: “Bueno, la enorme tristeza de perder a nuestro amigo, compañero de curso y banco. Una persona como marista, amigo, siempre con el bien, será recibido en la casa de nuestro creador y cómo tal, tendrá para pedir por su familia, compañeros de trabajo, amigos y por toda la humanidad. Mis condolencias a la familia. Allá nos vemos”.

 

Pablo Riveros Luraschi y Benjamín Reyes Riveros, hijo y nieto de Bernardo, respectivamente, compartieron en redes, la siguiente carta escrita por el profesor Carlos Muñoz, antiguo educador del Instituto que Pablo y Benjamín, dicen: “Quisiera compartir una muy linda carta que nuestro querido ex profe Carlos Muñoz. Cucharita escribió en honor a mi papá, compañero de tantas jornadas en el cerro visitando a la Buenamoza.

 

¡Muchas Gracias Profe por permitirme  compartirla.... un abrazo!”

 

El profesor Muñoz, con gran emotividad, expresa:

 

“VOCES  DEL  CERRO  DE  LA  VIRGEN"

 

Le conocí a través de dos flores de su hermoso jardín, Pablo y Benjamín.

 

Deportista  acérrimo, tenista toda una vida (jugaba con mi papá),

hasta que una lesión a la columna le dijo basta. Y él, con la serenidad de siempre le dijo amén.

Pero, luego de un susto cardiovascular,

Se transformó para la Virgen del Cerro,

En el más fiel peregrino.

Y en el refugio de su dolor de Padre,

Que le presentó el destino.

Y su gran fe, le pavimentó el camino.

Siempre saludaba y conversaba con todos los que se encontraba.

En su mochila botellas de agua para sus arbolitos cargaba. Además de una bolsa para bajar la basura que otros dejaban.

Sintió mucho que su perro no lo siguiera acompañando al cerro.

Extrañó la compañía de su amigo Paco, que por motivos de salud ya no podía subir.

Su peregrinación diaria, antes de ir a la consulta, terminaba en el cementerio, para visitar a Daniela.

En noviembre, participaba en la Eucaristía de las 7:00 horas del Mes de María, siempre abrigado.

Su bastón le recordaba ser cuidadoso al subir y al descender.

 

Nobleza, bondad, empatía por todos los habitantes de Los Andes.

Cuando moría un vecino, el se refería al trágico suceso con: admiración, compasión y respeto, siempre resaltando lo positivo y descubriendo de ese hecho, lo divino.

 

Profesional de GRAN VOCACIÓN, preocupación y compromiso con el bienestar del paciente y su familia:

Al paciente nervioso y agradecido,

Le comunicaba la gravedad de su dolencia,

con mucha serenidad, cariño y tino.

Con su larga, fructífera y valiosa vocación de médico,

siempre estaba al tanto de las nuevas generaciones de especialistas,

a quienes derivar  sus pacientes.

Un día, su misión y vocación de médico explotó en la frase:

“nunca he pensado en dedicarme a otra cosa que no sea la medicina”.

A principios de mayo en forma muy alegre y serena,

Comentaba que no atendía pacientes por la cuarentena.

Pero estaba feliz, porque estaba leyendo exámenes (100) y eso le llenaba.

Él quería seguir practicando la medicina directamente con sus pacientes. Aflorando su compromiso con Dios, que atendería a sus pacientes como un verdadero apostolado.

 

Don Bernardo o Kike, para sus más cercanos fue un excelente Médico-Profesor:

A sus pacientes les compartía,

Como  soportar y sobrellevar  el dolor,

Al hablarles de su Danielita Amor.

 

Otra clase magistral era: la sencillez, cercanía, cordialidad, serenidad, ecuanimidad y agrado de su conversación.

A más de algún paciente estresado y angustiado por la vida, les compartía la dura experiencia de tener en sus brazos al colega-amigo, que trágicamente partía,

Producto de lo vorágine de la acelerada vida. Suceso que determinaría su traslado a provincia, donde sus cualidades humanas y profesionales darían hermosos frutos en estas fértiles tierras

 

Estimados Pablo y Benjamín: las líneas anteriores resumen  conversaciones con don Bernardo, en el Cerro de la Virgen, su consulta y cosas positivas que comentaban de él, muchas personas.

En las conversaciones sobre ustedes dos, siempre expresaba orgullo, alegría, satisfacción y mucha esperanza, al ver las excelentes personas que son ya que los Grandes Valores del Papá y Abuelo se grabaron a cincel  en ustedes.

 

 Saluda  Atte. a  ustedes,

Profesor Carlos Muñoz A. (Cucharita= corazón), un agradecido de Dios, la Vida, el ICH y hoy, del Colegio San Sebastián”.

 

Nuestro compañero Rodolfo Suardo, luego de estar permanentemente preocupado y pidiendo por la salud de su compañero y amigo, se esmeraba trabajando en preparar la publicación que aparecería en la página del Centro en Internet.

 

Pocas veces en esta ciudad y, sobre todo, a través de las redes sociales, se ha visto tal nivel de solidaridad ante la preocupación por la grave enfermedad que afectaba a nuestro amigo Bernardo. Se establecieron muchas y espontáneas cadenas de oración para orar por su recuperación. Algunas personas que lo habían conocido y habían sabido de su noble actuar, emitieron sentidas palabras en relación a su persona, al momento de conocer su fallecimiento. Entre ellos, el antiguo profesor del Instituto, Eduardo Araya Segovia:

 

Momentos antes de la partida de nuestro amigo, sucedió lo que relata el profesor Araya Segovia:

 

“Colocamos la  vela en el candelabro, arreglamos las   flores  en nuestra  pequeña Gruta. Mi señora  sugirió a su hermana Isabel, a la Nana y a mí que nos tomáramos de las  manos y nos pusiéramos en oración para rogar por la salud de nuestro amigo el querido Doctor Quique.   

 

Cuando dos señoras -que se notaban gente sencilla que venían de su trabajo-, se disculparon y nos pidieron autorización para rezar desde la  vereda, les invitamos a pasar, se negaron, aduciendo que siempre lo hacían desde la vereda, una me alcanzó una vela diciéndome: ¡Por favor  colóquela, al igual que ustedes nosotras también queremos mucho al Doctor, “Don Bernardo”. Él siempre ha ido a nuestra Población y es un amigo muy querido. Y, la otra señora, agregó: ¡Nos lleva hasta los remedios! 

 

Les pedimos, que si no deseaban entrar, juntáramos todas las manos  y así nuestra Cadena iba a ser más grata a los ojos de Dios, ya que  estábamos rogando por la salud de uno de sus hijos. Cuando terminamos, las señoras, quisieron seguir rezando en silencio, mi celular registraba una llamada de Chicho, mi amigo y su cuñado. Tenía un mal presentimiento, al leerlo registraba la triste noticia de la partida de  Quique al encuentro con su Creador. 

 

Salí a la vereda, donde estaban las dos señoras y las abracé, diciéndoles:  ¡Que la enfermedad de Quique, era muy grave!. Ellas, como buenas  mujeres y madres, lo entendieron de inmediato y sus ojos se llenaron de lágrimas.   

 

Una de ellas miró los cielos limpios y abiertos de la noche. Yo seguí su mirada al infinito, me detuve extasiado en el brillo majestuoso de la  Cruz del Sur, pensando, que ya nuestro querido Quique iniciaba su viaje luminoso por el Universo. Y la señora que parecía tan simple, agregó: ¿Usted Profe le debe favores al Doctor? Mi respuesta fue: ¡Muchos, señora. Quique era no sólo un excelente médico también un hombre simplemente bueno, sencillo…!  

 

Me interrumpió diciéndome: Entonces, dejemos que su poderoso cuerpo espiritual de luz radiante busque el camino que le corresponde, Todo en la Naturaleza, está siempre en movimiento hacia un Estado superior, en el Universo -prosiguió- nada se pierde, o usted cree, me preguntó: ¿Qué el magnífico Doctor Quique va a la nada?  

 

Intenté pedirle permiso para ir a buscar mi Libreta de notas y poder  copiarles esas bellas ideas, pero quería seguir aprendiendo de ella.   Siguió la señora mirando los cielos y diciendo: ¡las Estrellas  son como la Primavera se van y vuelven siempre  es así!   

 

Mi mente de Profe de Historia le quiso decir que Sí que es Así. Es el Mito de Perséfone la doncella que desciende a la oscuridad del Hades y todo se hace tétrico, que se va la vida por un breve lapso de tiempo, pero también todo vuelve, y la tierra se llena nuevamente de energía, de belleza de frutos, de luz, de colorido, que los animales se multiplican.

 

La  señora  prosiguió dirigiéndose a su amiga que secaba sus lágrimas: ¡Sí, María, no llores, deja seguir al Doctor Bernardo que ya terminó su ciclo y fue un hombre muy querido! 

 

Nuevamente en mi mente se esbozan los Antiguos Mitos y me imagino al Dios Cronos o Saturno llevando la Guadaña en su mano izquierda, la  herramienta con que se cosecha el Trigo. El Trigo del Pan de cada día, pero también significa hora de término, o que simplemente “Nos Vamos”.  Pero en la mano derecha va el caldero de la Abundancia y el anuncio que  el Espíritu de nuestro buen  Amigo el Doctor Quique como de todo hombre o mujer es eterno. 

 

Qué ganas de gritarte Quique, sin que me retes. ¡Que tú te supiste ganar el cariño de todos quienes te conocimos! Sabemos que ya juegas en otros cielos y haces una Ronda con tu hija Daniela y con tus padres y  que las estrellas te aplauden, y en tu humildad quieres  pedirle perdón  a Dios, por lo que te faltó hacer y el Creador con una con una tremenda sonrisa, te dice: ¡No lo digas Quique!, simplemente: “Misión cumplida, fuiste un enamorado de tu trabajo e intentaste siempre evitar el dolor humano, por lo tanto, eres Bienvenido”    

 

Y el Señor de todos los cielos también te aplaude…

                                                                                        

El exalumno Iván Contreras Briones, al leer lo que nuestro amigo Eduardo, había expresado con la sabrosa anécdota que narraba sobre su relación con Quique, no pudo permanecer impávido por lo que se pronunció en los siguientes términos:

 

“Eduardo Lalo Araya ha narrado una histórica verdad de un verdadero ser humano e hijo de Dios, con las virtudes que cada uno de nosotros debiéramos imitar, sobre todo, en estos tiempos tan deshumanizados e impersonales. Admiro el sentir de estas dos personas anónimas que en su espíritu envolvían el cariño, respeto y admiración de este noble hijo de esta tierra. No me cabe duda que el paraíso lo está disfrutando junto a los que adelantaron el viaje hacia la eternidad y que hoy es parte de quienes merecen gozar de la casa del padre. Su obra jamás dejará de ser reconocida por su labor entre quienes fueron sus amigos y familiares. ¡Su obra quedó grabada a fuego para que los que lo precedan. Sea la luz que siga alumbrado en sus destinos! Gracias, Lalo, por vaciar esa vivencia y que es digna de destacar. Mis saludos a ti y a toda la comunidad de exalumnos de nuestro querido colegio Marista!”...

 

Hasta aquí las palabras de Iván.

 

 

 

Por lo tanto, como cristianos y amigos:

 

“Apoyados en la fe emanada de la enseñanza cristiana recibida en las Aulas Maristas, elevamos nuestras fervientes oraciones por el eterno descanso de su alma, juntamente con encomendarla en nuestras oraciones, por lo que creemos que ya ha sido acogida en el Reino de Dios y duerme en la paz del Señor.

 

Oración por los Difuntos



¡Oh Dios! Nuestro Creador y Redentor, con tu poder Cristo conquistó la muerte y volvió a Ti, glorioso.

Que todos tus hijos que nos han precedido en la fe participen de su victoria y disfruten para siempre de la visión de tu gloria donde Cristo vive y reina contigo y el Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.


Dales, Señor, el descanso eterno. Brille para ellos la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.


María, Madre de Dios, y Madre de misericordia, ruega por nosotros y por todos los que han muerto en el regazo del Señor. Amén.